viernes, 4 de noviembre de 2016

DIÁLOGOS CON LA NATURALEZA Y EL LUGAR

Valentín Cabero, excatedrático de la Universidad de Salamanca.


Los escenarios artísticos han cambiado de lugar y con ellos también se han enriquecido los mensajes. Contemplamos verdaderas manifestaciones artísticas lejos de los museos, cargadas de mensajes  estéticos y críticos que nos llevan a repensar el significado de los referentes canónicos de la creatividad y de la comunicación artística. El pueblo de Juzbado sigue sorprendiéndonos. Ahora nos asombra con un gran mural  que aborda una lectura  ilusionada e inteligente del medio rural. Los propios valores creativos y su capacidad de diálogo bien merecen nuestra mirada y consideración.


Juzbado, Salamanca, Joaquín Vila, Pablo S Herrero, mural
Un rebaño de ovejas pasa junto al frontón durante los trabajos previos de Joaquín Vila y Pablo S. Herrero.

Sobre el berrocal granítico se asienta el pueblo, mirando al río y a la vega tormesina.  Sobre las rocas magmáticas formadas hace unos trescientos millones de años y junto al viejo camino rural de Los Baños se levanta ahora el gran mural que atrae nuestra mirada y fija nuestra atención. Las altas y largas paredes del frontón, ayer frías, grises, desnudas, y silentes, nos hablan hoy con un lenguaje lleno de claves simbólicas que nos transmiten sentimientos de respeto y admiración por los paisajes del entorno.  Hace unas semanas, el concejo abierto del lugar dio su aprobación a la propuesta presentada por los artistas Joaquín Vila y Pablo S. Herrero, después de un debate y reflexión colectiva, logrando así una complicidad entre la mirada cotidiana y empírica de los vecinos y la capacidad artística más universal que se expresa en el mural, dibujado y pintado en tonos ocres y marrones con delicadeza estética y sensibilidad ambiental poco comunes.

 
Juzbado, Salamanca, Pablo S Herrero
Pablo S. Herrero frente a una de las paredes del frontón municipal.

El apasionante proyecto municipal de Juzbado en torno al “libro abierto del paisaje” fortalece con este grandioso mural su mensaje cívico y cultural.  Los autores han realizado una obra original con esfuerzo, paciencia e inteligencia; los vecinos han elegido y consensuado los contenidos; y el ayuntamiento ha gestionado y asumido la iniciativa con gran participación, acertando plenamente todos en la acción común.  Al encuentro anual y tan entrañable del pueblo con la poesía, al excelente museo geológico de la Falla, y a la relación permanente de sus habitantes con la naturaleza, se suma este colosal “wall” que rebasa los 600 m2 de superficie, colocando al medio rural en pie de igualdad con la creatividad urbana o incluso sobrepasándola.


Joaquín Vila pintando la parte central del mural.

Las imágenes del mural nos acercan a la naturaleza del lugar, y rinden un homenaje a la flora y fauna que vienen acompañando desde hace siglos a la vida campesina. Observamos como en torno al encinar y al agua puede reconstruirse nuestra memoria colectiva, a partir precisamente de una iconografía que nos aproxima y envuelve con el tapiz vegetal y el mundo de la botánica, o que nos ilustra con el vuelo de las aves que surcan nuestros cielos y conviven a nuestro lado, en la dehesa, en la vega o en la campiña.  La hermosa silueta de la cigüeña desplegada en uno de los muros viene a recordarnos los cambios estacionales y los movimientos migratorios de tantos semovientes y seres humanos en la vida rural histórica.  De este modo, los árboles tan bellamente trenzados en el mural por Pablo Herrero, y las figuras trazadas hábilmente y con esmero por Joaquín Vila, nos animan al conocimiento de los paisajes de nuestro entorno y al compromiso de conservarlos en un mundo rural vivo.  No deja de ser una utopía, un sueño, una ilusión.  Tal actitud implica valorar “el locus” con mirada amplia y en toda su dimensión humana y ambiental, como herencia patrimonial y cultural común, fuertemente anclada y  enraizada en unas relaciones respetuosas del ser humano con su medio.



Valentín Cabero Diéguez, Juzbado, noviembre de 2016.