La Asociación de Mujeres de Juzbado nos invita un año más a conmemorar el Día Internacional de la Elimincación de la Violencia contra la Mujer. En esta ocasión nos proponen participar en un espectáculo de teatro titulado “Aquí y en primera persona”, una obra de Teatro Telaraña, escrita por Carmen Torrico y producida por la compañía salmantina Chirimbamba. La función, a diferencia de otros años y dadas las circunstancias, se realizará sin café y pastas en el salón de actos y con una reducción considerable del aforo (la entrada se realizará hasta completar aforo). Aunque el día internacional contra la violencia contra la mujer es el 25 de Noviembre, la activa Asociación juzbadina no cita el próximo sábado 28 de Noviembre a las 18:00 h. La propuesta ha sido posible gracias a la organización de la Asociación de Mujeres y la financiación de la Diputación de Salamanca (Área de Bienestar Social) a través del CEAS de Ledesma y del propio Ayuntamiento de Juzbado.
Sinopsis de la obra (a partir de texto de Teatro Telaraña)
“Aquí y en primera persona” nos lleva a un futuro año 2109, feliz y deseable, puesto que los mayores logros alcanzados son los relacionados con lo humano y lo social: no hay desigualdades ni violencia (la ficción teatral nos permite esa ensoñación). El profesor Petrux, experto estudioso del comportamiento humano, presenta ante un selecto auditorio (el público) sus avances en el conocimiento del tema de la violencia machista que, para la gente de ese 2109, pertenece al pasado. Convencido de que el mejor modo de comprender algo es conocerlo de cerca, Petrus plantea una sesión muy especial, sin precedentes, en la que va a mostrar, “aquí y en primera persona”, el testimonio de cinco mujeres víctimas de violencia machista. Esas mujeres irán apareciendo, en persona, a través de un “arco temporal” que las traslada desde la época a la que pertenecen, el año 2020, y cada una irá contando sus vivencias y circunstancias.
Esta obra surge de la necesidad de dar voz y presencia a mujeres que viven acalladas bajo el peso de la normalización social. La necesidad de dar forma, aunque sea sobre el escenario, a múltiples vivencias, emociones, pensamientos…, que he conocido, que me han tocado más o menos cerca. Los personajes, las mujeres de la obra, son reales, pero no porque haya alguien con esos nombres y circunstancias (quién sabe, quizás sí…), sino porque reflejan la realidad: hechos y sentimientos, demasiadas veces comunes a muchas de nosotras. Son personajes construidos con mi experiencia de vida: con lo que he visto, escuchado, compartido…; con lo que me han contado, llorado, callado…; con lo que yo misma he pensado y sentido y, sin querer, he ido asumiendo como “normal”, como inevitable. Se trata, pues, una vez más, de hacer visible lo normalizado, parar la mirada y prestar oídos a lo que tenemos enfrente, al lado, para reconocer que está ocurriendo. El distanciamiento que proporciona el hecho de plantear el desarrollo de la obra dentro de cien años, en ese futuro libre de violencia machista, nos proporciona un juego de perspectiva para analizar mejor el problema y así, por fin, verlo de cerca.