martes, 30 de julio de 2024

CONSERVAR Y RESTAURAR NUESTRO PATRIMONIO

El patrimonio construido de nuestros pueblos es la huella imborrable de la vida de las generaciones pasadas.  Es una muestra definitiva de la acción de hombres y mujeres que con esfuerzo y, seguramente, muchas lágrimas, levantaron de la nada medios e infraestructuras para poder subsistir en un medio rural a veces hostil, a veces más amable, pero siempre alejado de los centros de poder.  Además, una buena parte de los bienes públicos que se preservan aún en la actualidad, cumplían una función no solamente práctica y funcional, sino que también actuaban como elementos transversales de sociedad y comunidad.  Servían de engranaje, de detonantes para el encuentro vecinal, para el intercambio de información, en definitiva, sostenían el imaginario colectivo e individual de los pueblos.  Es decir, si nos pudieran hablar, narrarían las miles de historias y anécdotas de todas las almas, jóvenes y mayores que por allí pasaron, estuvieron o invirtieron su tiempo y salud por el bien común.  

Los pilones restaurados. Foto del 14 de julio de 2024. Juzbado

Por eso, el patrimonio material de nuestros pueblos lleva tras de sí una gran mochila de esencia inmaterial que, igualmente, debiéramos preservar y resignificar.  La dimensión universal de nuestras plazas y fuentes, de nuestros muecos y abrevaderos o de nuestros caminos y caños solo se puede interpretar desde la inmaterialidad de lo material.  Todo ello, desafortunadamente se ha ido perdiendo hasta alcanzar inverosímiles situaciones de fuentes y surgencias desaparecidas, enterradas u olvidadas, de miles de kilómetros de muros caídos convertidos en alambreras o de carros, portones y aventadoras pasto del olvido y la carcoma.  Son solo algunos ejemplos de la notable pérdida de patrimonio que seguimos padeciendo en escombreras y terraplenes a las afueras de los pueblos.  En el caso de los bienes públicos, la situación supera la inmoralidad por cuanto son los organismos públicos los responsables de preservar nuestra historia grabada piedra a piedra en muros, paredes y columnas.  Y en el caso de lo particular, la situación es todavía más dramática.  Hemos perdido gran parte del rastro de las norias, brocales y artilugios a lo largo de ríos y regatos, cientos de casas de aperos comunitarias o muros levantados de sol a sol en situaciones muchas veces precarias.  La conservación comunal de las veredas y caminos ya no existe, es una reivindicación a los poderes locales y, por supuesto, el pulcro respeto a los linderos y lindes ha ido desapareciendo poco a poco.  Son, sin embargo, situaciones a las que muchas comunidades rurales se enfrentan con sagacidad e inteligencia, convirtiendo los retos y desafíos en recursos y oportunidades.  Desde el trabajo común, la participación y la implicación de diferentes actores en los procesos de restauración patrimonial y emocional, muchos pueblos engrandecen su historiografía y perspectivas de futuro.

Aspecto de los pilones en noviembre de 2013.

El trabajo que viene realizando desde hace unos meses el equipo de personas participantes en el Programa Mixto de Formación y empleo de Juzbado, trata de enmendar al menos una parte del olvido y pesadumbre colectiva que ha envuelto en muchos casos la vida diaria de nuestros pueblos.  Hay que reconocer que, afortunadamente, en Juzbado hemos podido trabajar para restablecer la memoria y el deber urgente y ético que tenemos como sociedad comprometida y moderna con el legado de nuestros antepasados.  Nos acordamos del programa Juzbado sonoro y el conjunto de placas que jalonan las calles de Juzbado con historias narradas por los propios protagonistas.  Mantener en pie el trabajo y la idiosincrasia de nuestros abuelos y bisabuelos es la mejor dignidad y moralidad con la que afrontar juntos los desafíos del futuro.  

Los pilones restaurados. Foto del 14 de julio de 2024. Juzbado.


La reciente restauración de Los Pilones de Juzbado es un buen ejemplo del trabajo llevado a cabo por el equipo de trabajadores coordinados por formadores de la Diputación de Salamanca y que tiene su origen en una seria y sólida reflexión municipal.  Se trata del Programa Mixto de Acciones de Formación y empleo (AFE) que se está llevando a cabo en Jubzado desde el mes de abril y que continuará hasta final de año. Con ello estamos preservando no solo la memoria de los que ya no están y la de los que utilizaron los pilones para abrevar las piaras y rebaños, las yuntas o corrales, sino que también estamos honrando nuestra labor.   
Trabajos de restauración dentro del Programa Mixto de Formación y Empleo de Juzbado.

Este trabajo común será igualmente recordado por generaciones futuras, manteniendo así viva la historia material e inmaterial de nuestro pueblo y la de sus gentes.  Restaurar los pilones, aunque no vengan ya a beber las ovejas, cabras, bueyes, vacas, burras, asnos o marranos, es una responsabilidad colectiva, es una necesidad imperiosa.  Es, sin duda alguna, una generosa oportunidad en favor de la comunidad juzbadina que, lejos de olvidar y denostar a nuestros antepasados, enriquece las conciencias de los que hoy aquí habitamos y recibimos.  La restauración de los pilones mantiene viva, a la vista de todos, las historias de vida y de las piedras que fueron levantadas poco a poco, a mano, con el esfuerzo de muchos hombres y mujeres.